Foto: Juan Medel / Autosport Fotografías Diseño: MundoRally
Este fin de semana fue un resumen perfecto de sus dos temporadas juntos. Martín Scuncio, el piloto, y Javiera Román, la navegante, no la han tenido fácil y un sinnúmero de veces han debido ponerse de pie, con todo en contra.
En la etapa de sábado, autopresionados por levantar la corona de campeones cometieron errores que se suponía de lecciones ya aprendidas. Decimos autopresionados porque ellos mejor que todos saben que no le deben explicaciones a nadie, salvo a sus seres queridos.
El día no pudo terminar de la peor forma, con ellos abandonando y Emilio Fernández, el único piloto que podía amagar su título, sumando la totalidad de los puntos.
Vino el ingreso del auto a la asistencia y comenzó a cambiar todo. Cuando pensaron que no podrían reparar el auto aparecieron las manos amigas, esas que llegan cuando más se necesitan sin que nadie las llame.
Para el domingo, Martín y Javiera la tenían clara: debían volver a ser ellos. Con eso bastaba para enmendar el rumbo y así fue. A su buen andar se sumó el abandono de Emilio Fernández, por lo que ahora sólo restaba llegar al parque cerrado para sumar los puntos que los convirtieron en matemáticamente inalcanzables. Matemáticamente, porque deportivamente, durante todo este año demostraron atributos más que suficientes para alzarse como los mejores incluso antes de que terminara la temporada.
Más allá de todo análisis, que ya vendrá terminado el año, lo notable es que Martín pasó de pensar en el retiro a comienzo de año a mirar a la R5 y Javiera de ser cuestionada por prejuicios a ser la primera mujer campeona del RallyMobil.
Felicitaciones Martín y Javiera porque además de ser los mejores, son un claro ejemplo de que con trabajo serio, constancia y confianza en sus medios, todo se puede lograr.