Un año después del revés de la anulación, la víspera de la salida de la edición 2008, debido a amenazas terroristas, el Dakar se tambalea, pero no cae. Incluso logra atravesar el Océano Atlántico para hacer realidad un sueño antiguo de Thierry Sabine: llevar a los pilotos y a los equipos del rally a descubrir los majestuosos paisajes argentinos.
Sudamérica da la bienvenida al Dakar con los brazos abiertos y el abrumador entusiasmo deja sin aliento a los competidores. Desde la ceremonia de salida en la Avenida 9 de julio, al pie del obelisco que simboliza Buenos Aires, cientos de miles de aficionados acuden entusiasmados para animar a los aventureros, listos para enfrentarse a un recorrido en bucle que pasará por Chile y el desierto de Atacama. El Dakar adquiere acento latino.